BELLE EPOQUE
1890s - 1910s
Un
momento marcado por la supremacía de la sociedad occidental acompañada de una
gran cantidad de avances tecnológicos y descubrimientos que se sumaron a los de
décadas anteriores e iniciaron el camino a los tiempos modernos del siglo XX.
París
se convierte en una ciudad brillante donde el nuevo estilo artístico, el Art
Nouveau, es aplicado en edificios y objetos. La pintura de impresionistas como
Renoir reflejan el “joie de vivre” de
la época. Reconocida como una etapa galante imperaba una sensación de hegemonía
superior en todos los aspectos.
VESTIMENTA FEMENINA
Para comienzos de 1890 se había
abandonado el uso del polisón y una vez más las faldas caerán sobre un simple
armado cónico de moda hasta 1895 otorgándole a la mujer una silueta llamada
“mujer campana”. Se producirá un regreso a las mangas pata de cordero de 1830, que acompañarán los cuerpos de vestidos,
chaquetas y abrigos.
De 1895
al 1900 el ancho de la falda disminuye, dejándola caer simplemente sobre una
variedad de enaguas flexibles y continuará decreciendo hasta quedar sobre el
contorno de la cadera y las piernas ya entrada la primera década del siglo XX. En lo
que respecta a Diseñadores, Worth continua trabajando y se suman Gustave Beer y
Jacques Doucet, siempre en Alta Costura.
C. 1890 |
C. 1895 |
Iniciando
el siglo XX, la clase alta y la pujante clase media occidental (Europa y
América) se ubican en una distinguida posición de superioridad económica,
artística y tecnológica. La evolución hacia la modernidad es constante e
imparable. Será primero el hundimiento del Titanic, pieza supuestamente
perfecta de la ingeniería humana y luego el estallido de la Primera Guerra
Mundial, los eventos que pondrían en jaque a esa sociedad ideal y darían inicio
a una serie de sucesos desestabilizantes que marcarían a sangre y fuego la
evolución de la humanidad en su totalidad.
Durante
los primeros años del siglo XX, con mayor velocidad que antes, la silueta
femenina avanzará hacia parámetros de libertad y desarrollo conscientes de las
formas reales del cuerpo, reflejando siempre el ánimo reinante, pudiendo de
esta forma localizar certeramente cada apariencia dentro del marco de cada
década, mientras que los hombres, estando comprometidos en el frente de
batalla, tendrán modificaciones más lentas en sus estilos y elementos de
vestir.
En
el 1900, la Belle Epoque marcó la transición estética de fines del siglo XIX a
principios del XX. La grandeza del pasado estilizó las formas voluptuosas reflejadas en el Art Nouveau.
VESTIMENTA MASCULINA
No se
dieron cambios relevantes en la vestimenta
masculina. Siguen utilizando un traje básico de tres piezas (pantalón, saco
y chaleco) más camisa.
El
pantalón es de corte recto, prendido al frente con botones y sostenido mediante
tirantes, el chaleco es corto, terminado recto o en puntas, con o sin solapas,
y el saco utilizado variaba entre la levita, el saco con colas (frac) y la ya
habitual chaqueta recta o a la americana,
sin faldón, de líneas simples y cómodas y bolsillos visibles. La camisa blanca,
con cuello almidonado y corbatín de seda.
El
calzado base masculino son los zapatos de estilo mocasín o botas. Las medias,
blancas, de hilo para el día y negras para la noche.
El rango
de colores masculinos era muy reducido, no saliéndose nunca de los neutros
(blanco y negro) azul, marrón, grises y verdes, siempre oscuros. Los estampados
eran a rayas o cuadrillé, particularmente escocés. Sombrero de copa o bombín,
guantes y bastón, completaban la apariencia.
C. 1910s |
Vestimenta masculina formal e informal C. 1900s |
1900s
El
gran énfasis sobre la SILUETA S, que reinó desde el 1900 hasta 1914, obligaba a
las mujeres a usar un corset alargado que modelaba el cuerpo desde los hombros
hasta los muslos creando una postura artificial y dañina al forzar el
desplazamiento de la columna y los órganos internos. Destacando la saliente de
la S en la cola, se utilizaba una variante de falda/enagua que enfatizaba la
curvatura de la parte posterior.
La vestimenta femenina, además de incluir la elaborada ropa interior, se
completaba con las piezas exteriores con la variante agregada a finales del
siglo XIX, el traje sastre, es decir, un conjunto de chaqueta y falda en el
mismo grupo de materiales y decoración que se unieron a la blusa (la camisa de
mujer) para construir una imagen más profesional y moderna, siendo este grupo
de prendas una alternativa al clásico vestido.
Las
damas de este periodo (de clases dominantes) no trabajaban, ni tenían derecho a
voto, ni propiedad. Todo lo relacionado con dinero y organización recaía en la
figura masculina de la familia, ya sea padre, esposo, hermano o si no estaba
ninguno de estos, un apoderado que se encarga de la pensión y manutención de la
familia y la casa.
C. 1903 silueta en "S" |
C. 1903 The Museum at FIT |
Ropa interior C. 1900 |
Formas voluptuosas, orientalismo e
influencias exóticas
La
grandeza del pasado estilizó las formas
curvilíneas reflejadas en el Art
Nouveau. Entre los textiles, se usaron lanas, sarga, cachemir y pelo de
camello y paño fino para abrigos y prendas de calle. También raso y taffeta.
Los materiales más populares entre la clase alta (también llamada alta
burguesía) era el terciopelo, raso, foulard, damascos, creppe chine y seda
natural. Para la ropa interior: lino, muselina algodón fino y poplín.
Utilizaban enormes cantidades de encajes de variadas técnicas como decoración,
bordados en hilos metálicos y multicolores, además de pasamanería (azabaches,
mostacillas y pedrería en general). El rango de colores era muy amplio, tomando
los básicos, blanco, negro, azul, rosa claro, gris y rojo, al los que se
sumaban variantes como el bordó, verde y marrón.
VESTIMENTA FEMENINA
La
ropa interior siempre fue el
elemento clave para crear la silueta exterior. En este periodo, se la conoce
como SILUETA en S; las prendas eran:
una camisa, sobre la que se colocaba
el corsé alargado que modelaba el
cuerpo desde los hombros hasta los muslos creando una postura artificial y
dañina al formar el desplazamiento de la columna y los órganos internos, luego
un cubrecorsé, con agregado de
bordados o volados. Los calzones
cubrían desde la cintura hasta la rodilla, usualmente adornados de la misma
forma. Se usaba una variante de falda/enagua,
sobre los calzones para destacar la curvatura de la parte posterior.
Dentro
del creciente grupo de diseñadores de moda, aún se destaca Charles F. Worth,
con un estilo muy ornamentado y voluptuoso. Pero la vanguardia en estilo
recaerá en un gran artista de la moda: Paul Poiret, quien quedaría en la
historia de la indumentaria como el primero en imbuir de un tono artístico y
étnico a la apariencia femenina, y por esto, el primero en intentar darle un
giro a la silueta femenina concentrando sus mejores trabajos entre 1910 y 1914.
Poiret
toma como punto de partida e inspiración influencias geográficas,
particularmente Japón a través del kimono y Arabia, plasmando el estilo harem y
sultán. De esta manera, él realizó presentaciones de vestidos con un neto corte
Directorio/Imperio (que se asemeja a la estructura del kimono teniendo talle
alto, bajo el busto), mangas japonesas y liberando de esta forma la rigidez de
la cintura y plasmando una silueta más recta, a la que reinaba en el momento.
Además de la fuerte influencia que
tuvieron en los estilos parisinos los Ballet Rusos que se presentaron en París
entre 1910 y 1914. De estos y de la estructura árabe, Poiret elabora los
pantalones harem, la primera variante de falda – pantalón, aunque sólo las
mujeres más avanzadas y vanguardistas serían vistos con ellos.
Jacques Doucet C. 1912 |
Diseño de Paul Poiret, Ilustración de G.Barbier. C. 1913 |
Paul Poiret C. 1910. MetMuseum |
Robe « Eugénie », Paul Poiret, París, 1907 |
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